Tuesday, February 25, 2014

LA PRINCESA SIN MEMORIA



 

Había una vez un joven Rey que no tenía esposa, por lo que decidió ir a los reinos vecinos en busca de una. Durante años recorrió muchos lugares sin encontrar una mujer a la que pudiera convertir en su reina y, cansado de andar de aquí para allá, decidió hacer un alto en su camino.

 
Se detuvo en las afueras de una aldea que le pareció agradable y después de amarrar a su caballo se refrescó en un riachuelo que por ahí pasaba. Ya fresco y limpio, se recargó en el tronco de un árbol y se quedó dormido.

 
Escondidas atrás de unos arbustos cercanos a donde dormía el Rey, estaban tres hermanas que eran brujas. La mayor se llamaba Malbella, la mediana Malbona y la menor Malserioza. Todas buscaban marido, y este les pareció el candidato ideal. Empezaron a discutir entre ellas quién se lo quedaría, pero temerosas de que el Rey despertara y las fuera a oír, acordaron hacer un pacto: dejarían que el Rey eligiera a una de las tres y las otras dos respetarían esa decisión. Y una vez sellado el pacto con sangre, como era su costumbre, se fueron apresuradas a buscar a su hermano Stelistino para que se hiciera amigo del Rey.

 
Stelistino se acercó al Rey, como si pasara casualmente por ahí. Y, para hacer amistad, le ofreció un poco de pan y queso que sus hermanas le habían preparado en una canasta. El Rey al principio sintió un poco de desconfianza de ese hombrecillo de ojos saltones, pero todo se veía delicioso, así es que aceptó agradecido y comió pan y queso. Pronto se hicieron amigos y Stelistino, aprovechando que el Rey no tenía donde pasar la noche, le ofreció un lugar para dormir. Le dijo que vivía con su madre y sus amables y hermosas hermanas.

 
Desde que el Rey vio a las hermanas se enamoro de Malbona, pues el pan que había comido contenía un embrujo destinado a enamorarse de ella. Por eso, aunque las otras dos intentaron conquistarlo por todos los medios, tuvieron que aceptar no sólo el pacto, sino que el Rey ni siquiera las miraba.

 
Malserioza, desesperada, recurrió a su madre para que la ayudara a vencer a Malbona, pero ni los embrujos de la Bruja Mayor sirvieron para neutralizar el enamoramiento que el Rey sentía por Malbona.

 
Malbona no lo amaba,  lo único importante era haber vencido a sus hermanas, y el Rey sería un buen padre para sus hijos, de quien heredarían la corona y su apariencia, y eso para Malbona era mucho más importante que el amor. Así es que para asegurar la fidelidad del Rey, desde antes de la boda Malbona le hizo jurar que nunca amaría a otra mujer, sólamente podría quererla a ella. El Rey la amaba con todo su corazón, y para él fue fácil hacer ese juramento, por lo que sellarlo con sangre le pareció innecesario, pero lo hizo gustoso porque eso tranquilizaba a Malbona.

 
Pasó el tiempo y Malbella y Malserioza embrujaron a unos hombres y los convirtieron en sus maridos, pero como ninguno de los dos podía compararse con el Rey, por ser simples aldeanos, ellas seguían suspirando por arrebatarle el marido a Malbona.

 
Es muy difícil mezclar al bien con el mal, por eso pasó mucho tiempo para que el Rey y Malbona pudieran ser padres. Finalmente ella dio a luz a una hermosa niña.

 
El Rey estaba feliz con la pequeña Princesa, la amaba con todo su corazón y más que a nadie en el mundo. Esto hizo enfurecer a Malbona pues él había roto su juramento y lo odió con toda la fuerza de su alma. Ver a Malbona enojada con su esposo hacía muy felices a sus hermanas, quienes aprovechaban estos momentos para hacerle ver a Malbona lo poco conveniente que era el Rey para ella.

 
La relación entre el Rey y Malbona se debilitó sin que Rey entendiera el porqué. Malbella y Malserioza, cada una por su lado, volvieron a intentar conquistarlo, pero el Rey ni siquiera las veía, pues su única preocupación era luchar por arreglar las cosas con Malbona. Quería que su hija tuviera a sus padres juntos.

 
La falta de interés del Rey por sus cuñadas, hizo que Malbella y Malserioza también lo odiaran.

 
En ese momento el odio que sentían hacia el Rey hizo que las cuatro brujas se unieran: la madre y las hijas. Todas juraron que lo destruirían, y la mejor manera de hacerlo era quitándole lo que más le importaba en la vida: la Princesa.

 
El Rey no lo sabía, pero sus antepasados, que lo veían desde el más allá, estaban librando una batalla con el mal que había en la familia de las brujas. La primera en caer vencida fue la Bruja Mayor, pues aunque era una muy poderosa, era vieja y estaba enferma. El mal que había causado al Rey y a otros se le había regresado, terminando con su vida.

 
Al poco tiempo Malbona cayó enferma. El Rey, pensando que hacía un bien, pidió a la Princesa que no se separara de su madre, y aceptó que Princesa y Malbona fueran por un tiempo a quedarse con las hermanas de su esposa, quien creía que estar con su familia la fortalecería para recuperarse de su enfermedad. Ella no se dio cuenta que el veneno que tenía su familia sólamente empeoraba su situación.

 
Fue por entonces que el Rey notó que Princesa ya no era la misma, pero lo atribuyó a la preocupación que le causaba la enfermedad de su madre. ¿Cómo podía el Rey imaginar que a Princesa la embrujaban cada día Malbona y sus hermanas para que perdiera la memoria?

 
Princesa tenía muy buenos recuerdos de su padre, por lo que a ellas les costó mucho que lo olvidara. Pero eran persistentes y cada día Princesa se alejaba más y más del Rey.

 
Princesa ya no sabía quién era su padre, los brebajes que le daban hacían que lo viera como a un desconocido.

 
Malbona finalmente murió. Malbela y Malserioza decidieron no avisar al Rey para hacer creer a Princesa que aun cuando se había mandado un mensaje a su padre, él ni siquiera se había presentado en los funerales de Malbona, para que Princesa viera lo poco que le importaban al Rey ella y su madre.

 
Cuando el Rey se enteró, tiempo después, de la muerte de Malbona, sintió una enorme tristeza, pues aunque el amor entre ellos había terminado, era la madre de Princesa y sentía el dolor de su hija como propio.

 
Princesa, aconsejada por sus tías, pidió permiso a su padre para permanecer un tiempo con su familia materna, ya que necesitaba hacerse a la idea de que su madre ya no estaba en este mundo. Lo que más deseaba el Rey era estar con su amada hija, pero aceptó, pues le parecía que hubiera sido una crueldad negarle el permiso, incluso cuando algo dentro de él le decía que lo mejor era arrancar a Princesa de las garras del mal de esa familia.

 
El Rey no sabía la cantidad de podredumbre que había ido creciendo en Malbella y Malserioza. Sobretodo en Malserioza, quien se había hecho a la idea de que alguna vez podría casarse con el Rey, y al ver cada vez más lejos la posibilidad de que eso ocurriera, decidió quedarse con Princesa. Si no podía tenerlo a él, la tendría a ella. Sería la hija que hubiera tenido con él y que no tuvo por culpa de Malbona. Ahora que su hermana no estaba, usaría a  Malbella y todos sus hechizos para lograr su cometido. El Rey se arrepentiría de no haberla elegido a ella desde el principio. Odiaba al Rey y odiaba a Malbona. Por culpa de los dos ella no era feliz.

 
Cada día reforzaban en Princesa el embrujo de pérdida de memoria. Inventaban sucesos inexistentes en los que hacían creer a Princesa que su padre era un ser despreciable. Al principio, Princesa se resistía a creer todo lo que Malserioza y Malbella le aseguraban. Pero era una niña y creía que sus tías sabía más que ella, así es que acabó por creerlo, tanto, que ya no veía a su padre como una persona, sino como un furioso dragón dispuesto a lanzarle una llamarada.

 
El Rey estaba desesperado, pues Princesa apenas y lo reconocía, así es que pidió ayuda a un viejo mago. Por meses la magia de Mago luchó contra la brujería de Malbella y Malserioza. Las hermanas, desesperadas al ver que sus hechizos eran insuficientes, recurrieron a su hermano Stelistino, quien estaba como aprendiz de un gran brujo. El Brujo era malvado y tramposo, y con gusto aceptó ayudarlos.

 
Mago y Brujo lucharon. A veces parecía que uno ganaría, a veces parecía que sería el otro. Era magia muy poderosa la que empleaban.

 
Cuenta la leyenda que Mago y Brujo siguen luchando. Han habido muchas batallas entre ellos.

 
En realidad el que ganen o pierdan no tiene importancia, pues sólamente  Princesa tiene el poder para recuperar lo que Malserioza le quitó.

 
Dentro del corazón de Princesa hay una gotita de luz queriendo crecer, luchando contra el veneno con el que lo cubrieron, tratando de encontrar una pequeña grieta por la cual salir y limpiar la negrura en la que se convirtieron las mentiras que por años le han contado. Princesa tiene que creer a los aldeanos cuando hablan de su padre como de un buen hombre. Tiene que dejar que la luz de la verdad la inunde para poder ir recuperando sus recuerdos uno a uno y rechazar la obscuridad con que la cubrieron sus tías.

 
Y cuando Princesa esté lista, cuando haya recuperado el recuerdo de su amoroso padre y quiera acercarse a él otra vez, ahí estará Rey, para abrazarla de tal manera que todo quede olvidado y, aunque es imposible recuperar el tiempo perdido, tendrán mucho tiempo por delante para ser felices otra vez.

 

Silvia RamirezdeAguilar P.

 

 

2 comments:

  1. Querida Silvia, como siempre, disfrutando mucho leerte, excelente cuento con moraleja. Gracias.

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